03 enero 2010

No hables de paz, !CONSTRÚYELA¡

Sin duda, desde Caín y Abel hemos conocido que los enfrentamientos que nacen en el corazón y la mente de las personas, son los más difíciles de desarraigar. Donde hay muerte y vejación, violencia e injusticia, miedo al otro, resentimientos y recelos, desaparece la posibilidad de establecer diálogos y las posiciones se endurecen cada vez más y se transmiten de generación en generación. Empezamos a tener alguna idea de la situación de nuestros hermanos en Cristo, si sopesamos lo difícil que es para un israelí o un árabe darse a conocer como cristianos —siempre será tratado como un traidor a su raza, llegando a ser incluso amenazado y teniendo, a veces, que refugiarse en otro lugar—. Y por otro lado está la propia convivencia entre los creyentes...

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