23 noviembre 2009

LA PALABRA QUE TRANSFORMA

Aristóteles decía que la excelencia moral es el resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía. A esto, yo agregaría: Nos volvemos santos, practicando hábitos de santidad. La Palabra engendra vida y cuando carecemos de la vida de la Palabra no engendramos. El libro de los Hechos fue vida, volcada en letra. Hoy nos toca a nosotros trastocar el orden: lo que es letra debemos convertirlo en vida. La vida cristiana no es una experiencia de abarrotamiento de bendiciones espirituales con miras a la propia bendición; no es implosiva sino explosiva. Dios nos da lo que tenemos para que nuestras vidas, transformadas por el poder del Espíritu Santo trabajando dentro de nosotros, sean un instrumento poderoso en las manos de Dios para bendición de los que nos rodean.

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