03 noviembre 2008



Un solitario pastor de ovejas estaba sentado en el lugar más ermitaño de un remoto desierto. Reinaba el silencio. No se oía ningún ruidoso radiorreceptor, ni ninguna televisión atronadora; no se oían campanillas de puertas, ni timbres, ni teléfonos. Ni mucho menos el espantoso ruido del tránsito distante, ni de aviones de propulsión a chorro, Ni siquiera se percibía por ningún lado movimiento de hombres o bestias. Ver más

No hay comentarios: