14 febrero 2008

Invierno del corazòn

Invierno del corazón
Jorge Hernán Gutiérrez


Esta expresión hace referencia a la tristeza que en un momento dado agobia al ser humano. En el primer libro de Samuel encontramos la expresión: ‘Y no estuvo más triste’ (1Samuel 1:18). Pero… ¿No estar más triste será posible? El salmista dijo: ‘¿Por qué te abates, oh alma mía?’ (Salmo 42:5). Es bueno saber la raíz de nuestras aflicciones y pesares.

Llegar al fondo del asunto. La causa básica de nuestras tristezas no está en las circunstancias, está dentro de nosotros mismos.Cuando el salmista le plantea la pregunta a su alma, allí descubre la causa de sus profundos pesares. Descubrió que el problema no radicaba en lo terrible de las circunstancias que afectaban su vida, sino en las tinieblas que habían invadido su alma.

Lo primero que había cometido el cantor para sentirse de esta manera fue: - Perder de vista a Dios- Su mirada que estaba dirigida hacia al Altísimo: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1,2)- se había desviado hacia los contornos. En ese momento se sintió abrumado, vacío y arruinado. Fue presa fácil de la tristeza y la melancolía.Cuando miramos a Dios no seremos avergonzados. “Los que miran al Señor fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados” (Salmo 34:5).

Cuando el apóstol Pedro puso su mirada en el Señor, pudo caminar por las aguas del mar de Galilea (Mateo 14:29), pero cuando la desvió y la puso en las circunstancias, se comenzó a hundir. Si quitamos la mirada del Salvador nos hundiremos en los problemas, en la soledad y la tristeza. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).El salmista estaba triste porque su corazón había naufragado. “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y olas han pasado sobre mi” (Salmo 42:7).

Un problema había atraído otros y habían arremetido contra el salmista. A veces sentimos que salimos de un problema y entramos en otro. A pesar de las circunstancia negativas que atropellen nuestra vida, no hay que darnos por vencidos. Dios sabrá en que momento no mostrará la salida.El cantor había sido oprimido por su enemigo. “Diré a Dios: Roca mía, ¿Por qué te has olvidado de mi? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?” (Salmo 42:9). Hay momentos en el que no entendemos el por qué de lo que nos sucede, pero no importa cuantos se hayan levantado en contra de nosotros, siempre hay que confiar en la ‘Roca’ Eterna de los siglos, Él estará de nuestro lado y nos dará las fuerzas suficientes para enfrentar lo que nos oprima.

Otra razón por la que el salmista estaba triste, era que había prestado su oído al qué dirán de la gente y se había olvidado del consejo de Dios (Salmo 42:10). Se olvido de oír la Palabra de Dios. No importa mucho lo que los demás te digan; aquí importa lo que Dios diga de ti. Job no recibió el consejo de sus amigos y siempre confió en Dios. El apóstol Pablo estaba solo cunado los demás lo acusaban, pero él se agarró de la mano de Dios. (2Timoteo 4:16,17).Presentemos a Dios lo doloroso de nuestra situación y nuestros ojos verán sus maravillas. La tristeza se irá y entraremos en su presencia para hallar esa plenitud de gozo. Las tinieblas que invaden nuestra alma se disiparán: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1 Juan 1:5).

Cuando Dios está fuera de nuestra vista, cuando perdemos el contacto con Él, nuestra alma se sumerge en la tristeza, en la depresión y nuestro corazón entra en un invierno permanente. Pero ten en cuenta mi amado peregrino que “Dios es el disipador universal de toda pena, el gloriosos proveedor de las alegrías del alma”-B. M’Call Barbour- “¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón” (Salmo 4:6,7).

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