27 marzo 2008

CREER EN DIOS Y CREERLE A DIOS


Podemos creer en Dios:
Por las obras de Dios El salmista llegó a esta conclusión: "Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien" (Salmos 139:14).
No necesitamos ir muy lejos para encontrarnos con las "obras" de Dios. Nuestros cuerpos son una evidencia de que existe un Diseñador infinito. ¿Cuál es la más razonable explicación del diseño de nuestro cuerpo?
El Dr. Arthur Compton, premio Nóbel de Física, dice lo siguiente acerca de este versículo: "Para mí la fe comienza con el convencimiento de que una inteligencia suprema trajo el mundo a la existencia y creó al hombre. No me resulta difícil admitir esta fe porque no hay duda alguna de que donde hay un plan hay una inteligencia. Un universo ordenado y que se expande da testimonio de la verdad más majestuosa que alguna vez se halla formulado".

Pero la revelación del Señor por medio de las cosas creadas, por más maravillosas que sean, no alcanza. Por eso el Señor decidió entrar en una relación más personal e íntima con el hombre. Implantó muy hondo en su mente y su corazón la noción de su existencia. El es "la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo" (S. Juan 1:9).
Hace unos 2.500 años un grupo de filósofos griegos intentó contestar esta pregunta: "¿Cuál es la más breve definición posible del hombre?" Platón sugirió: "El hombre es un animal que anda en dos patas. Pero otro filósofo puso en evidencia la falla de esa definición cuando mostró un gallo y dijo: "¡Este es el hombre de Platón!" Guardaron silencio hasta que alguien exclamó: "¡Ya lo encontré! ¡El hombre es un animal religioso!"
La humanidad es irremediablemente religiosa. Sentimos una ineludible necesidad de contar con un Poder superior. Todos, ateos o creyentes, hemos tenido que ver alguna vez con la idea de Dios. Ningún animal ha construido jamás un altar para adorar. El ser humano tiene el innato deseo de adorar: tiene "sed de Dios".
Pero no es suficiente creer en la existencia de Dios pues es necesario creerle a Dios!
19Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Sant2:19
Que es creerle a Dios?
1- Creer que un día Dios se reveló al mundo como una Persona real y tangible
Nuestro Padre celestial anhela hacer algo más que revelarse por medio de las cosas creadas y las Sagradas Escrituras. Por eso decidió entrar en nuestro mundo como una Persona real y tangible. Descendió hasta nuestro nivel y llegó a ser como nosotros para poder enseñarnos cómo podemos vivir mejor y ser más felices. Gracias a esto podemos ver quién es Dios realmente. ¿Cómo visitó el Señor este mundo en forma personal? La Biblia dice: "Cristo es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). El Altísimo descendió a este mundo en la persona de Jesús.
2- Creerle a Dios comienza con tener primero una experiencia personal con ese único Dios pero solo a través de Jesucristo!
Jesús se hizo carne. El Dios al cual Moisés no podía ver y seguir viviendo, se hizo visible y palpable en el "Hijo de Dios" (S. Marcos 15:39).Evidentemente la "gloria" que le mostró Jehová a Moisés fue su carácter. Mil quinientos años después los habitantes de Palestina también pudieron ver la "gloria" del Señor, es decir, su carácter. San Juan lo dice de esta manera, al referirse a la encarnación de Jesucristo y a la obra que llevó a cabo en ese entonces entre los hombres: "Y el Verbo, es decir Jesús, se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria --sí, su gloria, es decir, su carácter-- como del unigénito del Padre" (S. Juan 1:14).
Por tanto creer en él es recibirlo 12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; Juan 1:12
3 – Creerle a Dios es: Salirme con él del plano material al sobrenatural (ekklesia)
Recibir su palabra y creer que el no me miente.
Génesis 15:5,6
5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Abraham creía en Dios y le creia a Dios pero otros creian en Dios pero no le creían
11 Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿hasta cuándo no me ha de creer con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Números 14:11Romanos 4:3-5 3Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Gálatas 3:6-9
6Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Santiago 2:22,23
22¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
Sera sobrenatural cuando se crea y se obre: Marcos 16:16-18
6El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
4 - Creerle a Dios implica estar firme y echar raíces: Lucas 8:13
3Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.

5 – Creer en Dios es confesarlo
Juan 12:35-48
35 Entonces Jesús les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros: andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y fuése, y escondióse de ellos. 37 Empero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él. 38 Para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, quién ha creído a nuestro dicho? ¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado? 39 Por esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Porque no vean con los ojos, y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane. 41 Estas cosas dijo Isaías cuando vió su gloria, y habló de él. 42 Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él; mas por causa de los Fariseos no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44 Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 Y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.

15 marzo 2008

SIETE PALABRAS DE JESÚS

IXOUS7@HOTMAIL.COM
Jesús habitó entre los hombres para traer el regalo más grande e inimaginable: la vida eterna. No podía traerlo un ángel, un predicador o sacerdote, tenía que hacerlo el mismo Creador. Es por eso que retumban sus palabras diciendo en el Antiguo testamento: ‘Heme aquí, yo iré’.

Las siete palabras de Jesús en la cruz muestran desde el inmenso amor de Dios para con la humanidad hasta el considerable precio que pagó el Señor para cancelar la factura de la vida eterna, ya que ésta no podía ser sufragada por el ser humano.

Las siete palabras suelen enumerarse del siguiente modo:
Primera: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23,34). Esta frase constituye el eterno amor del Altísimo. A pesar de que la humanidad lo había rechazado, torturado, escupido y cerrado su corazón, el Señor dice: ‘Perdonalos’. Que corazón más noble tiene el Maestro. Pero también es de reflexionar que si el Hijo de Dios fue capaz de perdonar a sus infractores, ¿por qué nosotros no tenemos el valor de hacerlo con nuestro prójimo? ¿Por qué no perdonar a aquel que nos hirió con sus palabras?

A veces hacemos cosas que creemos que están bien. Eso creían los que maltrataban a Jesús, ellos pensaban que estaban agradando a Dios por sus leyes y costumbres, pero realmente estaban bien lejos de la voluntad del Todopoderoso. Quizás estas haciendo cosas que crees que es la perfecta voluntad de Dios, pero, reflexiona, medita y piensa que no todo lo que cerremos que está bien así es.

La segunda palabra: “En verdad te digo que hoy, estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Es la respuesta de Cristo a la súplica del ladrón arrepentido. Jesús le promete la bienaventuranza eterna. Hermoso proceder del Divino Maestro. No importa lo que nosotros hayamos hecho, Dios nos perdona si venimos con un corazón humillado a él. Solo dejemos que su misericordia nos arrope.

La tercera palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: “ahí a tu madre” (Juan 19:26). El Señor sabía lo que decía, además comprendía el dolor de María, quien sabía que Jesús era el Hijo de Dios. No era que Juan fuese el hijo de María sino que Jesús estaba confiando a la mujer que durante su travesía en la tierra había sido su madre. En otras palabras le estaba encomendando a Juan que cuidara de María.

Hacia las tres de la tarde, estando Jesús en la cruz exclamó en alta voz la cuarta palabra: “Elí, Elí, lama sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”(Mateo 27:46). Es una oración tomada del salmo 22, lo cual explica la confusión de los presentes que creyeron ver en esta súplica una llamada de auxilio a Elías. Esto es un acto de profunda soledad y alejamiento de su Padre. El mismo Dios había dado la espalda a su querido Hijo por que se había echada a cuestas el pecado de toda la humanidad. Esto nos demuestra que cuando el hombre esta contaminado con sus pecados y se aleja de Dios, de igual manera él se aleja de nosotros. “Si nos acercamos a Dios, él se acercará a nosotros”.

La quinta palabra: “Tengo sed” (Juan 19,28). Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. La palabra está tomada de los salmos 68:22 y 21:16. Se interpreta en sentido alegórico: la sed espiritual de Cristo de consumar la redención para la salvación de todos. Evento similar a la historia que nos muestra el cuarto evangelio, y nos evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la Samaritana (Juan 4:7). También nos abre la puerta del entendimiento para saber que si tenemos sed de Dios, el no dará de beber de esa agua que brota para vida eterna.

La sexta palabra: “Consumado es” (Juan 19:30). Se puede interpretar como la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento perfecto de la Sagrada Escritura en su persona. Esta palabra pone de manifiesto que Jesús era consciente de que había cumplido hasta el último detalle su misión redentora. Es el broche de oro que corona el programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre (Mateo 5:17; 7: 24; Lucas 22:42).

La última palabra de Jesús en la cruz fue: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23,46). Esta palabra expresa el sacrificio de la propia vida, que Jesús pone a disposición del Padre. Recuerda el Salmo 30:6 en que el justo atormentado confía su vida al Dios bondadoso y fiel. En Cristo toda se había cumplido, sólo quedaba morir, lo que acepta con agrado y libremente (Juan 10:18). El Señor hizo todo lo que se había dicho de él, tenía que cumplir con el mandato Divino, es por eso que cada paso que daba lo hacía siguiendo los parámetros de su Padre. Amado peregrino lo importante es que eches mano del mapa celestial para poder vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. La Biblia es la brújula que te llevará al cielo.